martes, 26 de octubre de 2010

Ernesto "Chango" García Cabral. Los Olvidados, parte uno.

El México que más se conoce en el arte (porque México es un país excesivamente retratado: novelas, cine y artes plásticas) es el que está cimentado en manifiestos políticos. Además de las proporciones, nos han impresionado los mensajes que encierran los murales.
A pesar de que se llegue a creer que las manifestaciónes artísticas son una linea recta en la que solo destacan los aplaudidos, los demasiado grandes, hay ciertos figuras que pasaron y siguen pasando desapercibidas, figuras menos comprometidas (o tal vez más sutiles en cuanto a ideologías rojas se refiere) y más juguetonas, por lo que el espectador curioso se desentiende un poco de la manera en la que Diego Rivera y compañía eligieron como centro de idealización al campesino, y se aventura al descubimiento.
Ernesto García Cabral es uno de los abandonados. Puede resultar escandaloso a la mirada de los que creen que todo el México revolucionario y posrevolucionario fueron puros sombrerudos y terratenientes sanguinarios. La línea del "Chango" es el otro lado del telón: el mosaico de otro estrato social que no sólo estuvo conformado por anti obreros y explotadores, también por las burbujas y las plumas de pavo real; la coquetería y el cabaré; el sentido del humor que por apolítico sabe más incisivo; la vanguardia que siempre será acusada de traición al pueblo.







Nace el 18 de diciembre de 1890, en Huatusco, Veracruz. Además de pintor, fue bailarín de tango, luchador grecorromano y actor de cine mudo. Conoció a Walt Disney, a Dolores del Río, a Mario Moreno "Cantinflas". Hizo los carteles de varias películas del cine de la Época de Oro: "El Rey del Barrio"; "Tal para cual"; "Dos Charros y Una Gitana". Gracias a que el presidente Madero le ofrece una oportuna beca (una maniobra política inteligente, ya que su estilo sofisticado fue siempre contestatario) Cabral estudia en París, y no regresa hasta 1918, introduciendo el Art Decó en la publicación "Revista de Revistas", y deja un acervo enorme y grandioso, el acervo que lo posiciona imponentemente.
Su mirada está permeada por un amor odio hacia lo que dibuja. No abandona el desprecio, pero a la vez captura como testigo emocionado la volatilidad de las estolas, las limosinas y los zapatos bicolor, que desde ese entonces fueron ornamentos de la nostalgia




El espectador curioso mantiene la mente limpia para mirar. El espectador curioso valora lo que es valorable, no sólo el escándalo, las drogas, el izquierdismo. Ernesto García Cabral, muy escondido, es una respuesta a las pesquisas que los diletantes sólidos emprenden con las intenciones de pasar revista a otros asuntos, a otras posiciónes además de las panfletarias (o tal vez, publicitarias).




lunes, 4 de octubre de 2010

notas

Sus ojos habían dejado heridas de muerte a varias. En los días calurosos les volvía la fiebre por sus pupilas; las miraba como envolviéndolas en perfume, en abrigos de mink, en burbujas.
Eran unos ojos en peligro de extinción (últimamente, la única decoración atractiva en los hombres actuales es un color azul corriente y unos bordes caídos que recuerdan más a los cachorros que a lo masculino), unos ojos galantes, un par de claveles, un par de fauces devoradoras de tetas o de escotes abiertos.

notas

Sus ojos tan joviales lucían como un aditamento (un centro de mesa colorido) cuando entraba en los restaurantes. Tenían una consistencia vaporosa, pero era el vapor que exhalan las navidades románticas, o el del camino invisible que traza un ramillete de globos en el aire.

notas

Parecía que sus ojos estaban mojados por rocío matutino: sus ojos tan bellos y tan abandonados como un par de flores de campo. Las mariposas que arrebolaban su silueta poseían las mismas cualidades que los fantasmas.
No se piense en un provinciano inocente, sino en una soledad de vidrio, en un corazón envuelto con árboles negros y graznidos de urracas, en unos ojos apunto de llorar sangre.

notas

Podríamos ir a atrapar mariposas y después cristalizarlas, y si ése método no nos consigue un novio es que el mundo si se acaba el 2012.

domingo, 3 de octubre de 2010

notas

Como aquella vez en la que esos chicos se besaban frente a mi... o tal vez se burlaban.

notas

podríamos tener sexo salvaje los domingos. los domingos son días tristes, y el sexo no es triste.

notas

podríamos dejar los lazos afectivos y las charlas rosas para irnos a poner una borrachera de proporciones tecate.

notas

podríamos hacer como que lloramos o fingir un ataque epiléptico. nada mejor que la enfermedad para confirmar el cariño que nos tienen.

notas

podríamos descubrir una pósima para volvernos invisibles. tal vez con eso comprendamos que lo único que requerimos es un poco de apapacho, que sólo queremos quitarnos el fastidio de encima y que no somos tan amargos como nos gusta creer.

notas

como esa madrugada que tuve la hemorragia nasal y que estaba solo y a lo estúpido comencé a pensar en metáforas para un cuento y terminé llegando a la conclusión de que no, los hospitales no son literatura.

notas

como esa madrugada que tuve la hemorragia nasal y me llevaste a la sala de emergencia y dijiste "lo bueno es que no existen los vampiros".

notas

como ese día que dijiste eso tan bonito que me hizo sentir tan bien y que después se te olvidó.

notas

como ese día que me puse de nostálgico pero que en realidad no quería una reunión de ex alumnos.

notas

podríamos mandarlos al carajo a todos, algunas veces es lo más sano.

notas

quiero abandonar mi vida virtual, pero me cuesta trabajo mantener cerrado el facebook. ¿por qué quiero desertar? no por misantropía, sino que hay ocios que deben abandonarse para poder aficionarse a otros.


si, ya desde hace tiempo que no salgo al danzón de los miercoles.

notas.

podríamos ir a recolectar algunas flores, sacar a pastar a las vacas, sacar a orear a los fantasmas, sacar las lágrimas en los campos de lechuga...

notas

así de terribles los estornudos, los labios partidos y las hojas de otoño, y la somnolencia, y la tierra, ¿cómo es posible iniciar el día enredado en sueños rosas?

pero bueno, uno no puede evitar el sentimentalismo en otoño.