lunes, 4 de octubre de 2010

notas

Parecía que sus ojos estaban mojados por rocío matutino: sus ojos tan bellos y tan abandonados como un par de flores de campo. Las mariposas que arrebolaban su silueta poseían las mismas cualidades que los fantasmas.
No se piense en un provinciano inocente, sino en una soledad de vidrio, en un corazón envuelto con árboles negros y graznidos de urracas, en unos ojos apunto de llorar sangre.

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