martes, 16 de noviembre de 2010

HUMO (fragmentos)

(...)

-. Inicia una serie de intrincados bocetos para un intrincado cuadro. Los únicos motivos son peces y ramas. Lo elaborado de los arabescos invitaba a pensar en un lienzo amplio, pero era una madera de 23.5 x 15cm.
La obra daba la sensación de claustrofobia.

-. En una de las calles más transitadas se encontraba la casa: una casa antigua. En su jardín, un tanto derruido, estaba una fuente apagada de cantera. Dentro, bailaba una muchacha con vestido negro y con el pelo teñido de rubio. Fingía que pasaba los dedos por el agua.

-¿Y ahora qué le sucede a Geraldine?- preguntaba uno de los concurrentes, que no podía apartar la vista de
la actuación.

Las fiestas se organizaban cada fin de semana. Matías llevó a Andrés. Los amigos de Matías lo felicitaron por adquirir tan bello espécimen.
Cuando a Andrés le preguntaron su lugar de residencia, Matías dijo que no lo intentaran averiguar. Ni siquiera él lo sabía. A nadie le pareció una arrogancia de su parte. El aditamento hablaba de alguien tímido.
Fue en esa casa donde expuso elogiadísimo grabado a punta seca.

-. Entraron por la ventana  por dos motivos: además de que Matías no cargaba las llaves, era seguro que al escuchar la puerta su madre se levantaría, descubriendo la presencia del invitado. No fue una entrada aparatosa.
También fue la noche en la que Andrés pidió una historia.

-Ahora leo a un newyorkino. Mathías Fritz.
-Se llama como tú.
-Eres muy inteligente. Hay una historia muy curiosa y muy contable en ese libro, mira, nada más voy a leerte el final: "La historia lo juzga como el más imbécil de los soldados. Puede que jamás llegue a saberse que el cabo Wilde salió de la trinchera para experimentar el dolor de una bala".

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