jueves, 11 de marzo de 2010

una caja en el ático

llegó el momento en que el concepto "adolescente rebelde" no cabía en nosotros; abandonamos toda esencia, toda forma que pudiera permitir que los adultos nos comprendieran con una mano en la cintura, y con una media sonrisa. llegó el momento en el que dejaron de rodar las botellas de alcohol sobre nuestros pechos, y el cigarrillo perdió su perfil de ilegal. estábamos enmascarados y vestidos como el personaje que nos formamos, y ni siquiera se puede escribir "a lo largo del camino", porque el camino no ha sido largo, a pesar de las ojeras que ahora nos envejecen a nuestros 23, 19 y 19 años. simplemente fue apareciendo en nuestros rostros: nuestro duplicado: raúl, el misántropo recalcitrante que es demasiado inteligente como para honrar con su presencia a cualquier universidad; fernando, homosexual que no parece serlo, diletante de moño negro; christian y sus desplantes de criminal, cargadas balas de salva en sus revólveres.
esos días no pierden su luminosidad. de hecho, ahora brillan tanto que parecen fantasmas. y son días de perfección tan redonda, llenos de persecuciónes y casualidades, que cuando los cuento parecen ser ficciónes interesantes (tal vez por ello nadie me acusa de mentiroso, porque resulto entretenido).
llegamos a creer que estaba el mundo para nosotros destruirlo: cualquier explicación psicológica resultará más ingenua e innecesaria que nuestros pensamientos de ese entonces.
una vez, en el único restaurante fino que existe en el pueblo, comimos aceitunas en un bol de barro: era medianoche.
una vez, regresando de nuestras correrías, vimos un gato blanco que estaba acostado bajo las bugambilias, y tenía las patas ensangrentadas.

(está bien, ya no contaré nada)


ahora ellos se mudaron. ahora tú intenaste suicidarte, ahora tú piensas casarte. ahora yo recordándolos.

importa poco que ya no estemos cerca para abrazarnos, o darnos las golpizas que nos merecemos. importa poco que cada quien al fin esté viendo que todo, en éste mundo, está condenado al cambio.
si me envias una señal de ayuda, estaré allí.

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