lunes, 9 de agosto de 2010

notas

O terminas explotando en un centro comercial, explotando por el puto coraje de estar respirando, porque hay veces en las que no es necesario (cuestión de decoro) andar perturbando ni la existencia de los demás ni la existencia del dióxido de carbono, aparte los buenos escondites se acaban como si uno fuera muy valiente, como si uno tuviera los suficientes pulmones como para andar conversando con un posible candidato, con un posible jefe o con un posible compadre. Es como sangre en el rostro, como si miles de hachas se estuvieran alzando al mismo tiempo, como si peluches enormes y negros y asesinos estuvieran agazapados para dar un buen salto y morderte. Y, pensándolo bien, un asesinato digno de un encabezado sensacionalista podría resultar 4546436 veces mejor que cualquier día de la semana.

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